Por: Valentina Bohórquez
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!En el siglo XV fue popularizado el castigo físico para luchar contra el pecado, cumplir las penitencias y obtener el perdón de Dios.
Para los fieles, y la iglesia católica la manera de obtener perdón por los pecados siempre ha sido el sacrificio, esto lo podemos ver en el ayuno, la confesión o las penitencias de oración, e incluso hoy en día se ven algunas costumbres singulares de los ancestros como; golpearse la espalda con un látigo, cargar cruces o hacer largos recorridos de rodillas hasta que estas estén muy lastimadas por el suelo rocoso.
Fue en el siglo XV cuando estas procesiones se consolidaron y Semana Santa se convirtió en la mejor época del año para realizar este tipo de costumbres, utilizando variedad de instrumentos para causar dolor físico y cumplir las penitencias, entre ellas el cilicio y los látigos. Por ejemplo, el cilicio es un método en el cual se utilizaban cadenas con puntas que iban ceñidas a la carne, previo a esto recibían la comunión y se confesaban para iniciar su recorrido con el rostro tapado; por otro lado los látigos se utilizaban para la autoflagelación donde algunas personas cargaban una pesada cruz y en sus descansos eran golpeadas con el látigo mientras rezaban.
Todo esto se hace en representación de Jesucristo haciendo un recorrido por todo lo que él tuvo que sufrir antes de ser crucificado, y así mismo se han practicado otros castigos como las varas de Zarza que eran cargadas en sus espaldas, atadas con los brazos abiertos con púas y espinas mientras caminaban un largo recorrido; y también estaba el conocido “Ensogado” donde se cargaba una pesada cruz de 70 kilos lo que hacia que la persona caminara casi de rodillas, esto se hacia recorriendo las calles vestido de negro, con el rostro tapado y amarrado con una soga al cuello que arrastraba a un compañero, esto normalmente lo realizaban los fieles un Jueves Santo.
Finalmente, este tipo de castigos finalizaban con una pequeña celebración donde las personas vestían como personajes bíblicos, un desfile y una banda de tambores y cornetas. Actualmente estás prácticas aun se llevan a cabo en algunos países como España o México, aunque cabe aclarar que las penitencias son más moderadas en comparación a la edad media, donde las procesiones sangrientas se popularizaban, puesto que llamaban la atención de la sociedad.